EL TREN DE EL SALVADOR
Francisco Aguilar Jr. Me gustaba agacharme y poner mi oído sobre uno de los rieles del tren. Podía escuchar cuando el tren venia aún lejos. Mi corazón saltaba de alegría y emoción . Esperábamos el tren que pasaba por la estación de El Bebedero, como a las once de la mañana. Íbamos con rumbo a Quezaltepeque,¡Mamá¡, - ¡ Mamá¡, ya viene el tren gritaba yo, - Todavía no, decía mi Madre; - como no,¡ Mamá¡, yo lo oí en los rieles. Al rato aparecía aquel mastodonte de color negro, echando sendas bocanadas de humo negro y silbando. Silbando tan fuerte que los perros salían corriendo asustados ante aquel coloso con máquina de acero, vagones de hierro y madera. En mis años de infancia, haber viajado a bordo del tren, fue la experiencia más hermosa e inolvidable para mí. Recuerdo que mira...
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